Antes de comenzar es necesario concretar que en todos los apartados en los que la gente los define como discapacidad, se usa el término diversidad funcional, descrito en el Foro de la Vida Independiente (2005). Esto se hará para dejar constancia que todas las personas somos diferentes, y que igual que a una persona se le puede dar mal jugar al ajedrez y a otra no, hay personas que por condiciones que serán descritas pueden tener dificultades en algunas actividades. Dicho ésto comienzo con la definición:
Según FIAPAS en el año 1990, define a la diversidad funcional auditiva como la pérdida o
anormalidad de la función anatómica y/o fisiológica del sistema auditivo, que
podrá imposibilitar el acceso a aprendizajes que ocurren a través de la vía auditiva, como la adquisición
del lenguaje, la comunicación eficaz y los
procesos cognitivos y, consecuentemente, a la integración
escolar, social y laboral.
Además, la OMS habla de diversidad funcional
auditiva como la capacidad disminuida
para percibir las dimensiones del sonido
(especialmente el tono y la intensidad). Sólo cuando la pérdida auditiva afecta
de manera significativa a la vida de la persona y está necesita ayuda constante
para la comunicación diaria y/o tiene afectada la capacidad de aprendizaje
lingüístico, se habla de discapacidad auditiva. Por ello, no debemos
confundirlo con la pérdida de audición que es frecuente en la población anciana
porque ellos suelen siguir disfrutando de una vida normalizada.
También, es importante conocer que dentro de la diversidad funcional auditiva se distinguen 3 trastornos:
·
En primer lugar, la hipoacusia:
es cuando la audición es deficiente, pero permanece cierta capacidad para
percibir el lenguaje oral y los sonidos ambientales.
·
En segundo lugar, la sordera
donde existe una audición residual imperceptible,
que imposibilita la percepción del lenguaje y el sonido.
La distinción entre estos dos primeros conceptos se
basa en la presencia o ausencia de restos auditivos
útiles, pero otros autores hacen la distinción según el grado de pérdida auditiva, siendo sordera una vez alcanzados los 70 dB de pérdida.
·
Y, en tercer lugar, la anacusia
que es la ausencia total de la audición. Es
muy poco frecuente, ya que incluso en sorderas profundas existen unos restos
auditivos mínimos.
Respecto a la tipología, se pueden estrablecer 4 clasificaciones:
según la localización de la lesión, según el
momento de aparición, según el momento del diagnóstico y según el grado de pérdida auditiva.
A.- En primer lugar, según
la localización de la lesión nos encontramos
con 3 tipos:
·
Hipoacusia de
conducción: producida por una alteración en el oído
externo o medio, pudiendo afectar al tímpano, al conducto auditivo o
al pabellón. Está afectada la parte mecánica del oído, lo que impide que el sonido
estimule adecuadamente las células filiadas del
órgano de Corti.
Las
pérdidas no van a ser mayores de 30 dB en el oído
externo y de 60 dB en el oído medio.
·
Hipoacusia
perceptiva: Producida por una alteración en el oído
interno, pudiendo estar dañado el órgano de Corti y/o la vía auditiva
central. Existe un problema neursosensorial. El sonido llega, pero el nervio no lo traduce en impulsos nerviosos para que el
cerebro los decodifique.
Las deformaciones del habla son significativas, ya
que suelen tratarse de discapacidades auditivas
profundas.
· Sordera mixta: que afecta tanto a la vía de conducción del sonido como a la de percepción.
B- En segundo lugar, según el
momento de aparición en relación al
lenguaje se
clasifican en:
·
Hipoacusia
prelocutiva. La pérdida auditiva es congénita o se adquiere desde el
nacimiento a los 2 años.
·
Hipoacusia
perilocutiva: La pérdida ocurre en el periodo básico de aprendizaje del
lenguaje (entre los 2 y 5 años)
·
Hipoacusia postlocutiva:
La pérdida auditiva aparece cuando el lenguaje ya está totalmente adquirido.
C- En tercer
lugar, según el momento del diagnóstico.
El diagnóstico precoz permite
un equipamiento protésico y una intervención educativa temprana,
que facilitarán el desarrollo lingüístico, social y escolar del
alumno. En casos de pérdidas leves o
medias, la detección se puede retrasar hasta la etapa escolar.
D.- Finalmente, teniendo en cuenta la intensidad
de la pérdida auditiva medida en decibelios, y siguiendo las normas de
la BIAP (bureau Internacional D’Audiophonologie)
se establecen cinco grupos:
·
Hipoacusia
ligera (20-40 dB). La voz débil o lejana no es percibida, pero puede
mantener una conversación.
·
Hipoacusia media
o moderada (40-70 dB). Percibe la voz, pero sólo identifican algunas
vocales
·
Hipoacusia
severa (70-90 dB). No percibe la voz, salvo que sea fuerte.
·
Hipoacusia
profunda (más de 90 dB.) No percibe los sonidos y la voz, aunque sea fuerte.
·
Anacusia o
cofosis: Pérdida total de la audición. No hay respuesta en toda la
escala tonal.
Estas clasificaciones son necesarias para establecer
el método
de intervención educativa que vamos a usar. Pero, no vamos a
tener solamente en cuenta estas variables, ya que también van a condicionar el cociente intelectual del alumno, la influencia de
su entorno social, escolar y familiar, los restos auditivos en las distintas frecuencias, morfología de la curva y el rendimiento protésico tonal y el verbal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario